Microrrelatos


Relato seleccionado para promocionar el librol

Miel de Luna de Kenneth Kraege.

La madre del topo

La madre del topo coloca cada uno de los tesoros que encontró afuera. Unos cordones de zapatilla, un manojo de pelos y algunas lombrices. Mientras la tetera calienta el agua, exprime entre sus patitas las lombrices, para que suelten la tierra que han ingerido. Es muy molesto masticarla, ese crujir me da repelús. Las enjuaga y las sirve en dos hojitas de buganvilia. Recuerda cómo cuando era pequeña, jugaba a las madrigueras y se enorgullece de conservar esa meticulosidad intacta. El silbido de la tetera despierta a su hijo, que con los ojos todavía cerrados, dice: —No quiero ir al colegio. Ella le retira la tierra del hocico con ternura y le acerca la lombriz para que desayune. —Todos se burlan de mí. —¿Qué te dicen? —Me hacen la misma pregunta siempre. —¿Qué pregunta? —Nada, nada… —Ya sé… ¿Cómo se llama tu madre? —Sí. —¿Y tú qué respondes? —Solo gruño. 6 —Mira, hijo… cada uno es de una especie, y tú tienes que aceptar quién eres… —¿A ti te da vergüenza que yo sea tu madre? —No… —¿Seguro? —¡No! —Pues ya está. La próxima vez que te lo pregunten, díselo, hijo, díselo. Diles cómo se llama tu madre..

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Relato seleccionado para el lanzamiento del libro

de Desiré de Fez, Reina del grito.

Miedo al mar

Cada verano intento nadar pegada a la orilla.

Ya voy, tengo que terminar el castillo…

Es que estoy haciendo la digestión…

Funcionó durante años.

Hoy, finjo que no quiero estropearme el tinte rubio con el salitre.

Con 12 años ya era mayor y tenía que ocultar a mis amigos el miedo.

Con 30, tampoco soy lo suficientemente mayor para decir la verdad.

La profundidad del mar no me impresiona. Tampoco sus olas en los días de bandera roja.

Simplemente no sé qué hay en el fondo.

La gente mira con cariño al mar. Yo, le aparto la mirada.

Gaviotas. Avionetas. Nubes de tormenta.

Siento que la mancha negra aparece en cuanto meto un pie en el agua. Me observa en la distancia.

Poco a poco se expande como petróleo para rodearme.

Intento nadar de espaldas. Flotar. Mirar al cielo.

Gaviotas. Avionetas. Nubes de tormenta.

“Debería haberme quedado donde hacia pie”

Me zambullo de nuevo, no me puedo resistir. Es oscura y atractiva. Sabe que soy cobarde.

Cuando salgo del agua, agotada de huir, temo que la mancha me persiga. Que se instale dentro de mí.

Que me aceche desde el interior, reconociendo su propia oscuridad en la mía.

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